Corazones Entrópicos

piano

Sonidos de piano porque hoy me siento forte, las brújulas que me acompañan no buscan el norte. La niebla en esta ciudad nos congela el alma, las luces de las farolas me conceden su calma. Un disco dando vueltas, acelerando el tiempo, el ruido que desprende resuelve el movimiento. Y si le diste al play ya no los puedes parar, catarsis cerebral, belle epoque, folié à trois. De tanto pensar en tí me encuentro cansado, salpica en el cerebro las gotas de aquel charco. Sentado frente a un cuaderno tengo ganas de contarte lo que dentro me remueve y es lo que quiero mostrarte. Cada ser en este mundo tiene algo que decirte, un montón de pensamientos, muchas formas y mensajes, cada cuerpo es bello y en sí mismo expresa (es presa), aunque no te hicieran saberlo en la escuela. Allí malgastamos muchas horas muertas, entre los pupitres, rodeadas de verjas, moldeando la mente y los sentimientos, a golpe de mando, a golpe de ordeno. Veo a los chavales con miradas tristes, palpando el fracaso en mañanas grises, ya no hay esperanzas, ya no hay horizontes, estos se perdieron tras una pantalla. Ya no hay ideales, ganas de batalla, de enfrentarse a un mundo que nos esclaviza, ya no hay fuerza en barrios, no veo rabia en calles, el muro que nos separa: cada vez más grande. Hay un dogma en este mundo que nos impide crecer, mejor malo conocido que bueno sin conocer, paradigma de esta vida que nos obliga a perder, mejor malo conocido que bueno sin conocer. Seguimos viviendo encerrados en jaulas, aunque estas cada vez parezcan más amplias, y por mucho decorado nada las disfraza, no podéis llamar libertad a la celda que me atrapa. Cada día las personas a sí mismas mienten, nos creemos los engaños aún siendo conscientes, de sentirnos libres pero todas sabemos, que en el rumbo de este barco nos dirigen con sus remos. De creernos libres pero todas sabemos, que en el viaje de la vida nos manejan con sus frenos. De sentirnos libres pero en el fondo sabemos que el auriga de este carro destruyó los sentimientos. Dime por qué en tu corazón ya no hay ganas de guerra, con la derrota que asimilamos viviendo encerrados bajo tierra, ya se apagó esa pasión que habitaba en tu mirada, y soportar, tener que tragar, a pesar de las arcadas.