Lisboa

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Dudo de quien soy, apenas me reconozco, frío en la mirada sobre ese espejo roto. Escribir con sangre historias vacías, el papel en blanco, llenarlo de vida. Antropología de una circunstancia, secretos a voces, sutil la fragancia, rincones perdidos de esta inmensa ciudad, la filosofía de nuestra ignorancia. Escaleras, adoquines, bajadas sin frenos, en escenas cotidianas siempre nos caemos. Cuesta levantarse pero es necesario, tanto como respirar, romper calendarios. Aún queda un poco de luz entrando por la ventana, date prisa, coge fuerzas que pronto se acaban. Muchos son los golpes, muchas las patadas, tanto lo bueno y lo malo siempre deja marca. Hoy quiero salir un rato a quemar el día, buscar en contenedores algo de alegría, tantas historias cruzadas, tantas vidas solapadas, tantas lágrimas en vano que recorrieron mi cara. Pasar páginas de libros buscando algo nuevo, el consuelo es insaciable, menos mal que aún nos queremos. Mi cabeza me susurra que jamás los venceremos, pero mi corazón grita, dice que resistiremos. ¿O es al revés? Ya no lo sé. Perdí la cuenta de las veces que me pregunte el porqué. ¿O es al revés? Ya no lo sé. Perdí la cuenta de las veces que a mí mismo me busqué. Y no encuentro el brillo en las que siempre aceptaron el oro de sus cadenas, de sus mentes rectas. Es un viaje complicado, miles son las puertas, para escapar de esta cárcel en la que nos educaron. Frases en folios mojados, de un otoño seco, esta vez el sol me ha dicho que prefiere estar despierto. Las canciones que escuchaba, grabadas en el cerebro, que añora viajes sonoros por aquellos discos viejos. Venga, coge tu equipaje que hoy empieza un viaje, no importa el destino, sáltate el peaje, una despedida es un nuevo comienzo, supera tus líneas, siéntete salvaje. Rotos, por fuera y por dentro en cien mil pedazos, resquicios de un mundo en el que siento que no encajo, demasiados días en los que me vine abajo, menos mal que tengo amigas, siempre quedan los abrazos. Construimos día a día, pedazitos de anarquía, las historias de los nadie, trazos de la autonomía. Autocomplacencia, dime si no es poco el reto, recuerdos en blanco y negro, los relatos de una vida. Vidas clandestinas construyendo sueños, a veces me siento grande y otras muchas tan pequeño, mi corazón me susurra que jamás los venceremos pero mi cabeza grita, dice que resistiremos. ¿O es al revés? Ya no lo sé. Perdí la cuenta de las veces que me pregunte el porqué. ¿O es al revés? Ya no lo sé. Perdí la cuenta de las veces que a mí mismo me busqué.